La Hermelinda debe desaparecer como se intenta desaparecer a La Parada en Lima. No hay otra solución a la vista mejor que esa para acabar con un antro.
Una ciudad como Trujillo, que pretende ingresar a la modernidad que trae el progreso, no puede seguir con los brazos cruzados y no hacer nada frente al panorama que se vive en el mercado de La Hermelinda, donde el índice de captura de ratas supera las estimaciones de las autoridades de salud.
Con el advenimiento del verano, que lo tenemos a la vuelta de la esquina, esto se convierte en una amenaza por obvias razones que no debemos enumerar acá. Baste decir que la decretada alerta sanitaria, dispuesta por las autoridades sanitarias locales, sirve para demostrar que ese centro de abastos no reúne las condiciones de salubridad ni operativas para seguir funcionando.
Cualquier medida que se adopte para mejorar esas condiciones, sea que la disponga la autoridad edil o regional, o sea que fuere una iniciativa de los propios comerciantes, temerosos de perder su puesto de ventas, resultará siempre simplemente paternalista y, por tanto, inadecuada. Todos al parecer han perdido de vista que esto se debe al escape de los roedores tras la acumulación de basura en los ductos de los alrededores. Al taponarse los ductos por donde generalmente transitan estos animales, se produce un cierre
que impide la salida de las ratas y éstas permanecen en los alrededores del centro de abastos.
