Su uso inadecuado puede convertirlo en una herramienta de control y fomentar el desinterés por la vida real. Advertencias de un experto y tips para no caer en la tentación.
Internacional. La escena de una pareja o de un grupo de amigos con una cerveza en una mano y con el móvil en la otra es frecuente y representa uno de los problemas del uso adictivo del servicio de mensajería instantánea WhatsApp: el desinterés por la vida real.
Un adicto a WhatsApp es aquel que es "capaz de escribir 40 mensajes entre las diez de la noche y las dos de la madrugada", alerta el catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, Enrique Echeburúa, durante una conferencia en Tenerife.
La app puede provocar conflictos amorosos o malentendidos si sus usuarios la utilizan de forma irracional y como una herramienta de control, advierte el experto.





