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19 dic. 2012

Peña Nieto hace borrón y cuenta nueva de la estrategia de seguridad de Calderón



El presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció el lunes una nueva estrategia de seguridad que rompe con el discurso de su antecesor, Felipe Calderón, incorpora a los gobernadores de los Estados a la lucha contra la violencia y tiene por objetivo la reducción del número de asesinatos, secuestros y extorsiones, los tres delitos que más han castigado a los mexicanos en los últimos años. Con un tono solemne y firme, el mandatario advirtió que “no habrá improvisación” en la política de seguridad, cuyas principales novedades son: división del territorio nacional en cinco regiones operativas; creación de una Gendarmería Nacional —sobre el modelo de la Guardia Civil española—; establecimiento de un mando único policial en los Estados y modernización de la Procuraduría General de la República (fiscalía), que haga de la “investigación científico-criminal la piedra angular de la justicia”.
Tras presidir su primer Consejo de Seguridad, Peña Nieto enunció seis ejes de actuación. El primero, pretende “asignar responsabilidades y fechas precisas de cumplimiento” para todas las instituciones de gobierno de la República, y evitar una política de seguridad meramente “reactiva”; el segundo, contempla un plan de prevención del delito que contará con más de 115.000 millones de pesos (unos 6.800 millones de euros) en 2013; el tercero dará impulso a la legislación en defensa de las víctimas y de los desaparecidos y depurará el Instituto Nacional de Migración, una dependencia acusada frecuentemente de corrupción y negligencia.
El cuarto eje exige la coordinación de Estados y municipios en el esfuerzo por reducir la violencia —“los Gobiernos deben cumplir, no competir”, insistió el presidente— con la división del territorio en cinco regiones; el quinto prevé crear la Gendarmería Nacional, que será “responsable de fortalecer el control territorial así como de instalaciones estratégicas como puertos, aeropuertos y fronteras” y que contará inicialmente con 10.000 agentes; la constitución de un mando único policial en los Estados y la reorganización de la Policía federal con la creación de “15 unidades enfocadas en combatir el secuestro y la extorsión”. También la revisión de la “figura del arraigo” —una polémica fórmula legal que permite la detención de un sospechoso sin que se le presenten cargos durante 40 días renovables— y la recuperación del control de las cárceles. El sexto y último impone la evaluación de la actuación de las autoridades porque, en frase favorita de Peña Nieto, “lo importante es dar resultados”.

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