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10 dic. 2010

La ceremonia del Nobel habla español

Mario Vargas Llosa recibe el premio Nobel de Literatura de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia.


Nada más acabar la ceremonia de la entrega de los Premios Nobel, hace unos minutos, la ministra española de Cultura, Ángeles González Sinde, nos dijo: "Qué hermoso, en la ceremonia se ha hablado español".

Como si fuera simbólico, inmediatamente después salió del lugar de la ceremonia el traductor al sueco de Mario Vargas Llosa, Peter Landelius. "¡Fantástico. Vargas Llosa ha hecho que en la ceremonia se hable español!". Después han salido del Concert Hall, detrás de la ministra y del traductor, el vicedirector de la Academia Española, José Antonio Pascual, y la directora del Instituto Cervantes, Carmen Cafarel.
Para ellos, como para el ministro peruano de Cultura, Juan Ossio, y para los peruanos y españoles que han seguido en este teatro y en los hoteles de la ciudad el desarrollo de la jornada, los ojos estuvieron fijos en Mario Vargas Llosa, peruano y español, que fue quien produjo esa incursión del español en la ceremonia del Nobel.
Fue a las cinco y media en punto de la tarde. El académico, presidente del Comité Nobel, y miembro de la Academia Sueca, Per Wästberg, fue quien dijo: "Estimado Mario Vargas Llosa. Usted ha encapsulado la historia de la sociedad del siglo XX en una burbuja de imaginación. Esta se ha mantenido flotando en el aire durante 50 años y todavía reluce. La Academia Sueca le felicita".
La sobriedad de la ceremonia, su hospitalaria puntualidad, no impidió que los aplausos españoles marcaran con una emoción especial el instante en que el Nobel de 2010 subrayara la obra " poética y total" del autor de La ciudad y los perros.
En esta entrega de los Nobel, que milimetrada como un cristal sueco, con una perfeccion que raya con la paranoia, hubo un momento de emoción especial, cuando el rey Carlos Gustavo de Suecia tuvo que entregar el premio Nobel de Medicina al hombre que hizo posible la resurrección de millones de ilusiones de mujeres que no podían tener hijos y que en 1978 cuando descubrió que se podía fertilizar in vitro, abrió el camino para muchas parejas que ya le dieron a él el premio de su gratitud. Este médico es el doctor Robert Edwards, británico, que ahora está gravemente enfermo; el premio lo recibió su mujer, Ruth Fowler Edwards, quien le ayudó en sus investigaciones.
Este, sin duda alguna es, en la panoplia de premios Nobel, la dimensión que buscaba Alfred Nobel en el testamento que puso en marcha estos galardones en 1901.
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