No hay una cifra exacta de desaparecidos pero decenas de familiares reclaman por sus afectos.

Ana Vargas Palacio está desconsolada mientras intenta localizar a su esposo, Daniel García García, de 36 años, que permanece desaparecido. Trabaja en el edificio en el que ocurrió la explosión. La última comunicación fue horas antes del estallido. Ahora, nada se sabe del él.
“Ya le llamé, llamé a su teléfono varias veces, pero me contestó un chavo (muchacho), quien me dijo que lo encontró (el celular) en la explosión”, dijo Vargas a The Associated Press. La pareja tiene una hija de 11 años.
La madre del mismo empleado se desmayó en brazos de un amigo de la familia. “Mi hijo, mi hijo”, repitió la mujer mientras se la llevaban. El nombre de su familiar no está entre los nombres de los lesionados que reveló la empresa paraestatal.
Historias como las de García se repiten en la zona del desastre en el DF mexicano. Hay nombres que no figuran entre los 32 fallecidos ni entre los más de 100 heridos, por eso Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, afirmó que la prioridad es hallarlos.
Entre policías, bomberos, paramédicos y otros, son unas 500 personas las que están removiendo los restos del edificio en busca de más sobrevivientes. Los principales trabajos se centran en los sótanos, donde se produjo la explosión. Un equipo especial, equipado con perros entrenados y preparados para catástrofes y terremotos trabajan en el lugar.